Catarata de palabras
Mi pecho se estaba endureciendo,
lo bañé con flores,
lo mojé con lluvia de rocío,
me dejé caer entre los velos que
cubrían mis atardeceres,
inventé caminos,
me dejé sorprender por el rumbo que
tomaban ciertos acontecimientos.
Corrí hacia donde se suponía no tenía
que correr,
dije todo lo que tenía que decir,
rompí todo lo que tenía que romper,
grité, me caí, me levanté.
Mi pecho se volvió a endurecer,
es así que el cielo llovió por días,
un manto fresco cubrió la extensa
linea que me recorre,
purificada pude sentir el aroma del
aire,
mi pelo se enredó en el ala de un
pájaro
y volé por kilómetros en bicicletas
de papel.
Y hoy aterricé y decidí no volver al
cemento
planté todas las semillas en mi jardín
y me dediqué a regarlas con la tibieza
de mi sangre
que hoy está impaciente por encontrar
abrigo.
catarata II.
Si el colorido canto de los gorriones
no te convoca en esta tarde
inquietante.
Si las risas de tu abdomen
no alimentan los huecos de mi pecho.
Si el latir de tu savia
no reverdece ante las injusticias.
Si tus ojos no dicen
no hablan
no desvelan.
Entonces te pido que te hagas a un
lado,
porque hoy los monstruos se durmieron
y ya no creo en los fantasmas.
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