Consuelo

Hart
por Hart.
  
En un inmenso mar de aguas verdes,
mis pies se hundieron 
en la espesa arena 
que se recuesta en la orilla.

Nunca se notó mi ausencia.

Mis gritos de triste noche,
flaquearon ante el fallido intento 
de llegar hasta tus brazos.

La sal espesa recorrió mis pulmones
y se convirtieron en dos piedras blancas.
Mis brazos se escondieron
muy adentro, en la profundidad.
Y cuando abrí los ojos,
un fuego incendió mi mirada
hasta brotar trozos de amapolas rojas,
que flotaron en la superficie

y viajaron libremente

                                                por las aguas del mundo.

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